sábado, 31 de diciembre de 2011

Un sueño



Bosques, obscuros e imponentes, miles de arboles la rodeaban sin dejarla ver siquiera donde acaban sus robustas copas, apenas y podía saber que era de noche porque se colaban pequeños rayos de luz lunar por los espacios entre las ramas de los arboles de mas de 3 metros de altura, la humedad del bosque no era buena para su asma, hacia que se sintiera  mal, no podía respirar el aire de ese lugar era tan húmedo que le dolía hacerlo, corría tratando de salir de ir, pero a los pocos minutos renunciaba solo conseguía correr en lo que a ella le parecían unos grandes círculos, hasta que llegaba al punto que ella consideraba su máximo avance.
Ahí  en medio del gran bosque se ubicaba el tronco de un árbol, cortado meticulosamente para que no tuviera imperfecciones con el fin de usarlo como mesa, no media ni siquiera el metro y medio. Sobre él había un gran libro de cuero negro probamente, ladeándolo había 4 velas blancas y 8 copas lo rodeaban en el filo del tronco, colocadas en una posición mas que simétrica. Cuando por fin lograba acercase a ella, reuniendo valor, lo veía, veía a un chico de tez blanca pero no como la luna ni las cebollas, mas bien como el blanco normal de cualquier estadunidense, tenía unos ojos obscuros mas que hermosos e hipnotizantes, él le tendía la mano y ella la tomaba después el desaparecía, se iba como aparecía, cuando se acercó a un mas al libro vio que este tenía siete pequeños sellos de diferentes formas, colores e incluso materiales, cuando quisó tocar uno que era el más hermoso a su parecer, el aparecía de nuevo a lado de ella y de nuevo se perdía en su mirada mientras el depositaba una pequeña daga en sus manos, con el mango hacia sus dedos y el filo, la filosa punta rozándole peligrosamente la muñeca de su mano. Entonces él la atacaba y con una daga igual a la que le había dado, le atravesaba el pecho, hasta llegar el corazón y cuando ella intentaba arrancar la daga esta parecía adentrarse más en su piel.
-No debiste haber…-